Espacios sagrados, lugares de naturaleza, historia, fe y cultura.

                La ermita de Nuestra Señora del Castillo, no es el templo más bello, ni el más grande, ni el que más devotos tiene, pero sin ser la mejor lo tiene (casi) todo. Enclavada en un alto que baja en pendiente escarpada al Duero, fue castro prerromano y romano, después ermita, con legendaria cueva y fuente santa. La amplia campa del templo acoge la casa del santero, con una estela empotrada en sus muros. En el camino a la ermita la Virgen y el Niño dejaron sus huellas-la Patá- sobre una lancha granítica; camino, por cierto, hermosamente hitado, viacrucis moderno, en el que se conjuga fe y cultura sin ofender al paisaje, ni al vecino, ni al caminante ocasional.


                Todos estos elementos y el camino que comunica la ermita con el municipio y el humilladero, en el extremo opuesto de la población, generan un amplio espacio cultural, sacralizado y sagrado que lo convierten en uno de nuestros paisajes sagrado predilectos. Entrar a analizar aquí el concepto de paisaje sagrado nos llevaría a perder seguidores y algún que otro amigo. Así que tan solo os dejamos un enlace: Paisajes sagrados en el occidente salmantino 








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